David Gilmour: Con las mismas ganas

Los genios no se discuten, y David Gilmour es uno de ellos. Suficiente mérito carga sobre sus espaldas este señor de 69 años, a quien el rock le rinde, aún hoy, pleitesía.
Si bien sus últimos dos años no han sido los mejores en cuanto a cosechas de críticas, nada pero nada amenaza su corona tan merecida. Resulta que el disco de Pink Floyd editado el año pasado, “The Endless River”, resultó una gran decepción para aquellos que cometieron el error de sembrar grandes expectativas al respecto. Era un disco con lados de B del que fuera el último trabajo de la banda “The Division Bell”. ¿Por qué iban a esperar un nuevo “Wish you Were Here” o “Dark Side of the Moon”?
En lo que respecta a la carrera de Gilmour solista no podemos hablar demasiado. Sólo cuatro discos ha editado, y en espacios amplios de tiempos, por lo cual tampoco podemos hablar de procesos comparables entre sí. Su último trabajo, “On an Island” data de nueve años atrás, por ejemplo.
Sin embargo, desde el año pasado Gilmour parece encontrarse musicalmente inquieto. Y tras haber editado el disco de Pink Floyd que mencionábamos antes, no conforme con sus críticas, y lejos de amilanarse, Gilmour redobló la apuesta y le puso su cuerpo y su firma. Así sale a luz “Rattle that Lock”, un disco con un gran sonido, de momentos muy altos y, como siempre, con una guitarra impecable.

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Una muestra resulta la intro instrumental que abre el disco llamada “5 A.M.”. Un tema con slide de guitarra que todo aquel que conoce de Gilmour encuentra en cada uno de sus trabajos. En “On a Island” resultó “Castellorizon”, por ejemplo. En “The Division Bell” Marooned”, y podríamos seguir nombrando. Ocurrirá con la canción “Beauty” algo similar. Otro instrumental que se encuentra a la mitad del disco, o la canción que cierra esta placa: “And Then…”
Lejana en el tiempo quedó la segunda canción del disco, que da nombre al mismo, “Rattle That Lock”. Aquí nos remontamos al pop de los 80’s, y un bajo que rememora la época más disco, con estribillo pegadizo incluido. No se trata de Barry White, aunque así semejara el intento.
La canción “Today” retoma esta línea de los ochentas. Sorprende a los más floydeanos, pero seduce a otros públicos, más nostálgicos de aquellos años. Vale destacar que en estos abruptos cambios de sonido, quienes saben lucirse son los músicos que acompañan a Gilmour, que se adaptan con gran calidad: Guy Pratt en el bajo, Bob Close (sí, el mismo histórico) en segunda guitarra y en la batería Andy Newmark.
Otra licencia que Gilmour se toma, ocurre en “The Girl in the Yellow Dress”, cuando incurre en la canción jazz. Con trompeta y todo, Gilmour se pone el saco de Sinatra y parece cantar para desvelados en un salón. No es malo el intento, sí vuelve a sorprender a más de uno, y ¿qué podemos decirle a este señor? Tiene todo permitido.
Por suerte para este nuevo trabajo aparece “Faces of Stone”, un tema con un piano delicioso que da inicio a la canción, una guitarra acústica que consigue las más sinceras lágrimas, y la voz cadenciosa de Gilmour que nos remonta a los mejores años de Pink Floyd, más si tenemos en cuenta que muchas partes de piano fueron tomadas de grabaciones que quedaron de Richard Wright (tecladista de Pink Floyd fallecido en 2008).
Aunque pase desapercibido, en esta canción aparecen nuevos arreglos, al menos para lo que a priori podíamos prever. Juegos de órgano, ambientación y un solo de guitarra que refleja que los años a Gilmour no le afectan en lo más mínimo.
“A Boat Lies Waiting” resulta una grata reunión de amigos. Aquí se reencuentran David Crosby y Graham Nash con David Gilmour para dejar una canción emotiva. Digna de viejos socios, que se juntan pare rememorar viejos tiempos y de paso “se tocan algo en el piano”.
En este trabajo la composición de las letras estuvo a cargo de la fiel compañera de vida de Gilmour, Polly Samson. Y el nombre del disco surge de un poema de John Milton. En la producción continúa otro histórico como es Phil Manzanera, eterno compañero de Gilmour en sus proyectos. Por su parte la tapa del disco, brillante por cierto, estuvo a cargo de Dave Stansbie, que trabajó bajo la dirección de un histórico más, Aubrey Powell.
“Rattle That Lock” fue grabado en el estudio “Medina” de Brighton, al igual que en el barco Astoria. Donde también fue realizado “On a Island”.
Reservamos lo mejor para el final, y hay que celebrar “In Any Tongue”. Un tema que se camufla muy bien entre la discografía de Gilmour, que coquetea con un estilo similar a “High Hopes” (canción que cerraba “Division Bell”), buscando ese éxtasis combinado entre la letra y la música, pero que lejos de repetirse, refresca. Y por favor, amantes de la guitarra, no se pierdan el solo que Gilmour regala al cierre de esta canción. Sólo por eso, todo esto vale la pena. Gracias maestro.